En las cantinas oaxaqueñas probó el mezcal (que confundió con la mezcalina), visitó la cantina Covadonga y el mítico bar El Farolito (en honor de la cursi canción de Agustín Lara, famosa por esos años) y estuvo confinado en la cárcel entre Navidad y Año Nuevo de 1938.
A lo largo de la novela aparecen distintos poblados oaxaqueños (entre ellos Cuicatlán, Valle Nacional, Salina Cruz, Tehuantepec). Este último supuestamente es el “sitio ideal en el que las mujeres hacen el trabajo mientras los hombres de bañan todo el día”. No menciona a Ocotlán de Morelos más próximo que el poblado istmeño.
En un viaje en 2010 a los poblados oaxaqueños donde estuvo el escritor inglés, Alberto Rebollo, miembro de la Fundación Malcolm Lowry, con sede en la ciudad de Cuernavaca, escribió un texto, que inicia:
Similar a lo que sucede con la ciudad de Cuernavaca, la Oaxaca de hoy no se asemeja mucho a la Oaxaca que conoció Malcolm Lowry; el hotel Francia ahora es un hotel de tres estrellas, la ciudad está congestionada por el tráfico de automóviles, la cantina El Farolito (ubicada en la esquina de la avenida Independencia y Mier y Terán) es ahora una Farmacia del Dr. Simi, etcétera. Sin embargo, la Basílica de la Soledad, con su maravillosa virgen piadosa, algunas hermosas calles del centro histórico, el asombroso convento de Santo Domingo y los increíbles templos de Monte Albán, siguen tan o más radiantes que cuando Lowry los visitó por primera vez a finales de 1937, cuando estuvo en la ciudad de Juárez en su primera escapada suicida para conocer el famoso mezcal de Oaxaca, luego de haberse se-parado de su esposa, la bellísima estadunidense Jan Gabrial. También es cierto que la ciudad y el estado en general siguen poseyendo un tremendo velo mágico que pende sobre sus montañas; desde que uno se empieza a adentrar en sus fantásticas serranías, comienza a darse cuenta de por qué los zapotecas, con su sabiduría ancestral, eligieron este lugar para construir sus ciudades más importantes; difícilmente existe una ciudadela en el mundo más hermosa que la de Monte Albán, donde el paisaje natural y las construcciones humanas tengan una correlación tan estrecha y tan inspiradora. Pero lo que más cautivaría el día de hoy a un viajero del siglo xxi que bus-cara las huellas de Lowry en Oaxaca, serían los pueblos que Lowry visitó en su infausta estadía en Oaxaca: Cuicatlán, Tomellín, (Tomalín en Bajo el volcán1) Nochixtlán y, por supuesto, el mítico Parián...[1]
Serie completa sobre el escritor inglés:
Lowry en Oaxaca (2)
Lowry en el DF (3)
Lowry-Gironella (4)
Lowry-Chambas (5)
N O T A
1.- "Tras las huelas de Lowry en Oaxaca", suplemento La Jornada Semanal, diario La Jornada, domingo 2 de enero de 2011, http://www.jornada.unam.mx/2011/01/02/sem-alberto.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario