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sábado, 10 de octubre de 2009

LOS PARANOICOS

En tres salas de “La casa de Frida” hay 200 obras de este pintor texcocano nacido en 1898 y fallecido en 1964, desde la obra juvenil (sus espléndidos bocetos de 1918), diseños escenográficos y su irónica obra pictórica. En una página del museo se pueden observar varias de sus obras [1 y 2].

Ahí se encuentra “Los paranoicos, Los espiritufláuticos, Los megalómanos”, un óleo sobre madera que no está fechado. Como el resto de las demás obras, este pintura carece de medidas y, desgraciadamente, no hay un catálogo-libro. En esta obra Antonio Ruiz
El Corcito hace una despiadada crítica al grupo de escritores y pintores que se enorgullecían de su homosexualidad. Los acompañan, en sus andanzas de madrugada, dos mujeres y sin haber tenido relaciones sexuales, como lo indica ese pícaro balero.

En Los paranoicos son claramente identificables tres personajes: Salvador Novo, Xavier Villaurrutia (los dos poetas, dramaturgos y periodistas) y Roberto Montenegro (pintor, cineasta y muralista). En la exposición hay un boceto a lápiz al que lo identifican como “Javier [sic] Villaurrutia declamando”. Efectivamente en el apunte vemos al hombre amanerado, de traje y con unos prominentes pectorales, pero no se trata del poeta. Lamentablemente sus rasgos faciales, comenzando con su nariz, no corresponden a los de Xavier, ni a los que El Corcito plasmó en el óleo.
En su Figuras en el trópico (Océano, 1984), al comentar Los paranoicos, Olivier Debroise identificó a Lupe Marín, Salvador Novo, Roberto Montenegro, Xavier Villaurrutia, Manuel Rodríguez Lozano y Antonieta Rivas Mercado. Poniendo en orden a esos personajes de acuerdo a la pintura, de izquierda a derecha estarían: Antonieta Rivas Mercado, Manuel Rodríguez Lozano, Roberto Montenegro, Xavier Villaurrutia y Guadalupe Marín. Debroise no comenta el por qué llegó a esa conclusión. El personaje de la izquierda no es el pintor homosexual Manuel Rodríguez Lozano, ya era demasiado delgado. También se equivocó al identificar a Antonieta Rivas Mercado, quien se suicidó en febrero de 1931 en París. Quizá la incluyó porque estuvo enamorado de 1928 a 1930 del pintor homosexual Manuel Rodríguez Lozano.
Hace algunos días, Teresa del Conde comentó esta obra de El Corcito, donde
son perfectamente distinguibles Salvador Novo, Roberto Montenegro y Xavier Villaurrutia, es decir, tres integrantes de los Contemporáneos, acompañados del poeta Luis Cernuda.
Están flanqueados por dos supuestas mujeres, una gigantesca, ataviadas con pieles y joyas. El edificio que hace fondo a ese friso de personajes entrelazados ostenta dos fechas: 1810-1941, número éste referido al “baile de los homosexuales”, objeto de una redada porfiriana en 1901.
Las figuras en los extremos son hombres disfrazados, que los hubo en esa fiesta. La connotación burlesca o detractiva corresponde a que “41” es parte de la cultura popular alusiva a la homosexualidad, de aquí el amaneramiento de las poses y el travesti enorme, que se ha confundido erróneamente con Lupe Marín. [3]
Del Conde comente un error al identificar al primer hombre con el poeta Luis Cernuda, quien no ocultó sus preferencias homosexuales. Inclusive se estableció en la ciudad de México para sostener relaciones de 1951 a 1955 con el físico-culturista Salvador Alighieri, apodado El Chocolate, a quien conoció en el gimnasio Hércules de la calle de Tacuba. Sin embargo, por los datos biográficos que ofrece James Valender [4], no pudo ser Cernuda porque la primera vez que estuvo en México fue hasta 1949. En realidad ese personaje es el pintor Agustín Lazo.

La pintura Los paranoicos fue pintada en 1941 y no tiene nada que ver con los dibujos relacionados con el baile de 1901, aunque sí con el “41”, número identificado desde entonces con la homosexualidad masculina. Ese animado baile, ocurrido en noviembre de 1901, fue ilustrados en su momento por anónimos dibujantes para la imprenta de Antonio Vanegas Arroyo y al año siguiente por Posada (imagen de arriba). No hay nada indicativo que las dos mujeres que flanquean a los homosexuales sean travestis. La de la izquierda es María Asúnsolo y la otra Guadalupe Marín, acompañantes de andanzas eróticas de Novo y Villaurrutia.

“¿Por qué tan chiquito pintaba El Corcito, del 15 de agosto al 15 de noviembre de 2009. Museo Dolores Olmedo, avenida México número 5843, colonia La Noria, delegación Xochimilco. Muy próximo a la estación La Noria del Tren Ligero. N O T A S

-->1. Ana Mónica Rodríguez, “Mostrarán cómo El Corcito creó una vasta iconografía nacional”, periódico La Jornada, miércoles 12 de agosto de 2009. En: http://www.jornada.unam.mx/2009/08/12/index.php?section=cultura&article=a04n1cul
3. Teresa del Conde, “El Corzo en el Museo Dolores Olmedo/ I”, periódico La Jornada, martes 6 de octubre de 2009. También en: http://www.jornada.unam.mx/2009/10/06/index.php?section=cultura&article=a06a1cul
4.- “Luis Cernuda en México”, Letras Libres, agosto de 2003. Ahora en: http://www.letraslibres.com/index.php?art=8964

domingo, 14 de junio de 2009

GUADALUPE RIVERA

Era conocido que la alta, oji-verde y polémica Guadalupe Marín (1895-1982), en diversas etapas de su vida, fue modelo del fotógrafo Edward Weston, del muralista Diego Rivera, de Frida Kahlo y del pintor Juan Soriano, pero se desconocía que hubiera posado para el fotógrafo francés Henri Cartier-Bresson. Originaria de Jalisco, se casó en 1922 con el polémico Diego Rivera, con quien procreó dos hijas, Guadalupe y Ruth. Weston la retrató en 1924 al momento de gritar. Sobresale de su perfil su cabello corto que siempre la caracterizó. En 1925 Diego la utilizó como modelo para "La tierra fecunda con las fuerzas naturales controladas por el hombre", fresco principal de la capilla de la entonces Escuela Nacional de Agricultura, hoy Universidad Autónoma de Chapingo, situada en el Estado de México. La plasmó recostada, levantando la mano izquierda y, como rasgo extraño, la pintó de largos cabellos. Sus pleitos con Diego, más sus amores con Tina Modotti y un viaje a la URSS, fueron el pretexto para que en 1927 ambos decidieran separarse.

En 1929 casó con el poeta Jorge Cuesta desatando una serie de rumores que aludían a un muralista cornudo. Incluso el escritor Salvador Novo difundió su poemario La Diegada, versos satíricos erróneamente fechados en 1926. El matrimonio procreó a Antonio Cuesta Marín, nacido en 1930, y tras el parto ella sufrió trastornos hormonales que la postraron ante el menor desinterés del escritor, quien sostenía amoríos. En 1932 posa para Frida, la ahora esposa de Diego, quien la pinta con un pequeña cabeza en relación con su corpulento cuerpo y sus grandes manos, las que después estilizará Soriano. Su rostro trasluce una enorme angustia.

Para 1934 cambia el ánimo de Guadalupe Marín. Este año se divorcia del literato y aparece en una fotografía muy sonriente al lado de Frida. Entre finales de ese año y a principio de 1935 posó desnuda, según José Antonio Rodríguez, para el veinteañero Cartier-Bresson. La sesión fue sin duda en la azotea del estudio que compartían el oaxaqueño Andrés Henestrosa, el poeta afro-norteamericano Langston Hughes y el dibujante y grabador Ignacio Aguirre en la calle República de Ecuador, por el rumbo del mercado de muebles de La Lagunilla. Habría que pensar cuál fue el motivo para retratarla en esa posición. Si ella lo propuso con el fin de no mostrar su rostro o al fotógrafo le interesó constatar su enorme trasero
porque no le importaba captar su efigie.

En los primeros días de 1938 Guadalupe Rivera dio a conocer su novela La única, velada autobiografía donde narra su infernal matrimonio con Cuesta. Ella le solicitó un años antes a Diego realizar la portada, quien dibujó a una Judith bicéfala (la autora y quizá su hermana) quien sostiene la cabeza del poeta. En las primeras páginas también hay una reproducción de la autora. En esta escandalosa novela consigna los amores incestuosos e infidelidades de Cuesta para magnificar su pesadilla matrimonial y su depresión post parto. En relación al estudio de la calle de Ecuador, olvidó decir su asistencia, su enigmática pose y un misterioso viaje a Cuba, Nueva York y Francia, financiado por Diego Rivera, entre 1935 y 1937. ¿A qué fue a París? Ella siempre tuvo un gran afecto por Cartier-Bresson, salvo en los últimos años de su vida.