Acuarela / papel |
Dolores Estévez Zulueta (1908-1959) inició como narco-menudista del entonces cártel de Ciudad Juárez y se convirtió en la emperatriz de la droga en la ciudad de México, durante el cardenismo y gran parte del avilacamachismo. A los trece años de edad, en un Viernes de Dolores, Estevez conoció al hampón Casto Ruz Urquizo, con quien se fugó a Ciudad Juárez. De esa unión nacieron sus hijas Alicia, Dolores y María Luisa. En esa plaza fronteriza su pareja la inició en el negocio en la compra-venta del polvo blanco.
En 1938 ya era conocida como Lola la Chata. El diario La Prensa informó que en los separos de la Jefatura de Policía se encontraba detenida por el tráfico y venta de cocaína, así como su intento de sobornar, con 200 pesos, a los agentes que la detuvieron para que la dejaban en libertad, la que finalmente obtuvo. El general de brigada Miguel Z. Martínez, Jefe de la Policía del Distrito Federal, de diciembre de 1940 a junio de 1944, supuestamente pretendió aprehenderla pero sus intenciones fueron inútiles, porque sus subordinados recibían dinero de ella.
Su fin comenzó en mayo de 1945 cuando la policía la buscaba no por tráfico de drogas sino por adquirir joyas y pieles robadas. Fue detenida el miércoles 4 de julio, a pesar de que llevaba un amparo falso, ya que sus abogados alteraron su huella digital (ya que ella se permitió el lujo de no saber escribir). Días después fue trasladada a las Islas Marías, bajo el grito de sus tres hijas:
- ¡ No se lleven a nuestra madre, no se la lleven! ¡Déjenos ir con ella! ¡No sean infames!
"La historia de Lola la Chata", revista Mañana, 1957. Imagen enviada por Fernando Rojas |
"¡Duelo en el hampa!", revista Mañana, 1959. Imagen enviada por Fernando Rojas. |
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