lunes, 26 de julio de 2010

LOLA LA CHATA

Acuarela / papel


Dolores Estévez Zulueta (1908-1959)
inició como narco-menudista del entonces cártel de Ciudad Juárez y se convirtió en la emperatriz de la droga en la ciudad de México, durante el cardenismo y gran parte del avilacamachismo. A los trece años de edad, en un Viernes de Dolores, Estevez conoció al hampón Casto Ruz Urquizo, con quien se fugó a Ciudad Juárez. De esa unión nacieron sus hijas Alicia, Dolores y María Luisa. En esa plaza fronteriza su pareja la inició en el negocio en la compra-venta del polvo blanco.

En 1938 ya era conocida como Lola la Chata. El diario
La Prensa
informó que en los separos de la Jefatura de Policía se encontraba detenida por el tráfico y venta de cocaína, así como su intento de sobornar, con 200 pesos, a los agentes que la detuvieron para que la dejaban en libertad, la que finalmente obtuvo. El general de brigada Miguel Z. Martínez, Jefe de la Policía del Distrito Federal, de diciembre de 1940 a junio de 1944, supuestamente pretendió aprehenderla pero sus intenciones fueron inútiles, porque sus subordinados recibían dinero de ella.

Su fin comenzó en mayo de 1945 cuando la policía la buscaba no por tráfico de drogas sino por adquirir joyas y pieles robadas. Fue detenida el miércoles 4 de julio, a pesar de que llevaba un amparo falso, ya que sus abogados alteraron su huella digital (ya que ella se permitió el lujo de no saber escribir). Días después fue trasladada a las Islas Marías, bajo el grito de sus tres hijas:
- ¡ No se lleven a nuestra madre, no se la lleven! ¡Déjenos ir con ella! ¡No sean infames!
"La historia de Lola la Chata", revista Mañana, 1957.
Imagen enviada por Fernando Rojas
Después de una temporada en las islas, en 1955 volvió a las andadas, pero ahora involucrándose sentimentalmente con el agente José Trinidad Jaramillo. En abril de 1957 fue detenida, negando insistentemente su relación con Jaramillo. Al comentar con sorna esta relación laboral-sexual un anónimo libretista escenificó en el teatro Iris la pieza Lola la Chota, con los cómicos Palillo, Borolas y Evangelina Elizondo, quizá en el papel de la exverdulera. En 1959, cuando se encontraba hospedada en la Cárcel de Mujeres, murió víctima de un infarto al corazón después de ser intervenida de una cirugía de hernia.
"¡Duelo en el hampa!", revista Mañana, 1959.
Imagen enviada por Fernando Rojas.
William S. Burroughs (1914-1997), quien consumió drogas en la colonia Roma y asesinó a su esposa en 1951, en una noche etílica, quedó tan fascinado con la leyenda de Lola la Chata que aparece en sus novelas Junkie (1953), The naked lunch (El almuerzo desnudo, 1959) y Ciudades de la noche roja (1985), como lo señala Jorge García-Robles en La bala perdida: William S. Burroughs en México 1949-1952 (Ediciones El Milenio, 1995), su biografía sobre el escritor norteamericano.

N O T A
Ésta es una versión actualizada y abreviada de "Lola la Chata, emperatriz de las drogas", aparecida en el suplemento sábado, diario unomásuno, del sábado 31 de marzo de 2001.

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