Alcanzó el grado de sargento y su longevidad le atrajo fama pero no fortuna. Sus entorchados, medallas y condecoraciones lo obligaron a desfilar los 16 de septiembre de cada año. A principios de los años cincuenta el hambre lo hizo aceptar una insólita invitación del gordo, prolífico padre y empresario Miguel Bravo Reyes, mandamás del teatro Tívoli, donde se presentaban nudista y encueractrices. Este foro, que de teatro de revista lo habían transformado en burlesque, estuvo localizado en la calle de Libertad y la entonces Santa María La Redonda (hoy Eje Central), muy cerca de la actual estación Lagunilla de la Línea B del Metro. La heróica pero vetusta presencia del ancianito De la Rosa, con la albina y luenga barba, concitaba la consiguiente y unánime rechifla del ardiente público masculino que deseaba continuar viendo a mujeres desnudarse.
Olvidado y en la miseria, el centenario sargento De la Rosa falleció el 7 de febrero de 1954. Fue inhumado en un lote de los Defensores de la Patria del Panteón Civil de Dolores. En la ciudad de Puebla está representado en El mural de los poblanos, pintura del restaurante bar del mismo nombre ubicado en el Centro Histórico. Con motivo del triunfo de la selección mexicana sobre el representativo de Francia, en la pasada copa del mundo, su nombre volvió a relucir entre algunos eruditos del deporte de la patada.
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