En la exposición Diario de México (1805-1817), del 14 de octubre al 10 de febrero de 2010 en el vestíbulo de la Biblioteca Miguel Lerdo de Tejada, ubicada en República de El Salvador número 49, se pueden apreciar obras del grabador Francisco Aguera o Agüera como actualmente se le identifica. Bastan ver algunas de sus obras para saber que no tenía tanta precisión en el trazo como sus contemporáneos el grabador Tomás Suria, el dibujante José Guerrero, Larrea o un tal Águila, cuya “Castilla elastica” es excepcional. Sus trazos, muy sueltos, y sus perspectivas dejan mucho que desear.
No creo que haya pasado por la Real Academia de San Carlos, que inició actividades en 1785, ya que Aguera se encontraba activo como ilustrador del importante impresor Felipe de Zúñiga y Ontiveros (1717-1793), responsable de la Gazeta de literatura (1788-1789) y después de la Gazeta de literatura de México (1790-1795), ambas publicaciones editadas, dirigidas y escritas por el científico Joseph Antonio Alzate Ramírez. La reproducción más antigua de Aguera está integrada por tres dibujos y anotaciones. Las primeras dos son vistas del cerro de Xochicalco, de Cuernavaca a Miacatlán, y la restante es una perspectiva área. Esta lámina apareció el 15 de enero de 1788 en la misma gaceta. En la parte baja, del lado izquierdo, puso “Aguera Fec”. (Presionar la imagen para verla con más detalle)
Agüera plasmó un mapa hidráulico de la cuenca de México, que esbozó el erudito Carlos de Sigüenza y Góngora, con adiciones de Alzate en 1786, apareció el 19 de octubre de 1790 en esa gaceta. En la parte inferior derecha el grabador estampó su “Francisco Aguera Gravó”. Es de notar que el dibujo tiene dos perspectivas: una aérea y otra a nivel del suelo, ya que solamente así pueden verse esos cerros que dibujó. Reproduzco la imagen del folleto [1] porque la del catálogo se encuentra dividido [2]. (Pulsa la segunda agrandar la imagen).
Más interesantes son sus siete granas cochinillas, un insecto denominado científicamente “dactylopius coccus” y que es una plaga del nopal. Después de un largo proceso, las granas se transforman en un pigmento natural (más intenso que el carmín) que es utilizado desde la época prehispánica, tanto en códices como en textiles. La obra, firmada del lado inferior izquierdo como “Aguera Sc”, apareció el 28 de febrero de 1794 en la Gazeta de literatura de México. (Presiona la segunda imagen para verla de cerca)
Dos años antes de entregar los minuciosos dibujos de la cochinilla, hizo las ilustraciones para el hoy célebre libro de Fray Joaquín de Bolaños: La portentosa vida de la muerte, emperatriz de los sepulcros, vengadora de los agravios del Altísimo, y muy señora de la humana naturaleza, cuya célebre historia encomienda a los hombres de buen gusto (Oficina de los herederos del lic. D. Joseph de Jáuregui, 1792). Ya sin la presiones para reproducir planos, Agüera desbordó su imaginación para dibujar a la calavera en situaciones que describe De Bolaños. Si la obra en su tiempo fue menospreciada y atacada [3], desde las mismas páginas de la Gazeta de literatura de México, de enero a marzo de 1793, los grabados de Aguera pasaron inadvertidos.
N O T A S
2.- Diario de México (1805-1817), SHCP, octubre de 2009, 90 páginas numeradas.
3.- Alejandro de Antuñano Maurer, “La portentosa vida de la muerte”, El Alcaraván, número 7, octubre-diciembre de 1991. Oaxaca : Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca.
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