Martha Eugenia Alfaro Cuevas, en su ensayo “Acercamiento a la historia del diseño en México: el caso del empresario Claudio Pellandini a través de El Mundo Ilustrado” (Encuadre: revista de la enseñanza del diseño gráfico, febrero-octubre de 2007), rescata la trayectoria de este vitralista suizo que se distinguió en la venta de vitrales Saint Gobain, tapices europeos, espejos venecianos, objetos decorativos, “materiales para artistas” y “útiles para ingenieros”.
A decir de Alfaro Cuevas hacia 1839 Pellandini estableció su negociación en la avenida San Francisco número 10 y en 1895 inauguró un enorme taller para hacer vitrales y marcos rococós. En 1901 abrió una sucursal en la ciudad de Guadalajara y el 14 de mayo de 1905 el lujoso semanario El Mundo Ilustrado le tributó un reportaje fotográfico. Señala que aún hay rastros de sus vitrales en Palacio Nacional, el Castillo de Chapultepec y en el domo del Centro Mercantil (ahora Gran Hotel de la ciudad de México) y que subsiste obra suya en las ciudades de Puebla y Toluca.
Jacinto S. García, diplomático argentino, aparentemente visitó el impresionante taller de Pellandini entre 1909 y 1910. En su libro A propósito de la revolución mexicana: Memorias íntimas de México, recopilación de artículos publicados en 1913 en Lima, asevera que el vitralista empezó en 1839 su negocio en "un humilde zaguán de la calle del Espíritu Santo" (actual Isabel La Católica), "sin más capital que sus conocimientos". Realiza un minuciosa descripción de las numerosas secciones su taller, de 12 mil metros cuadrados, que se localizaba en la 5ª calle de Comonfort (por el rumbo de La Lagunilla). En la página web del Palacio Postal se dice que su vitral (imagen de arriba) lo hizo Pellandini, pero no queda rastro colorístico su obra.
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