"La Polilla" (obra simbolista) y "Paisaje de Tlalpan", hoy inconcebible con su gigantesco estacionamiento de automóviles:
Al licenciado Alfonso Toro, crítico de artes plásticas de Rr, le molestó los colores chillantes de sus paisajes y que hubiese utilizado sus minuciosos dibujos a la pluma como temas de sus pinturas, sobre todo en "La polilla", "La escala infinita" y "La Tigresa".
El Universal Ilustrado publicó la versión al óleo de "La Tigresa", "Paisaje" (Xochimilco) y otra. Desde esas páginas el pintor guatemalteco Carlos Mérida -esquemático, colorista e ingenuamente vanguardista-, acusó a la obra de Amador como literaria y anecdótica, sin descubrir que su mejor obra, el grabado titulado La Tigresa (1915), lo había llevado al óleo para deleite de los erotómanos de esos años, o quizá del arcaico doctor Bernardo Reina. Aseveró que "La escala infinita" esta fuera de lugar.
Precisamente por repulsivas y macabras es que son muy actuales.
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