miércoles, 7 de marzo de 2018

SEVERO AMADOR EN 1920

Del 24 de septiembre al 26 de octubre de este año el pintor presentó obra en el Círculo Zacatecano de México, en la populosa y céntrica calle de Uruguay número 33. En esa muestra exhibió casi ochenta obras como lo indica Fausto Ramírez en Crónica de las artes plástica en los años de López Velarde. 1914-1921 (UNAM, 1990), entre éstas, un retrato de su esposa Carmen Díaz González. Revista de revistas dio a conocer 4 pinturas: "Las flores de la monja" (un jarro con flores y el rostro sangrante de Cristo), el "Retrato del doctor B. Reina", 

"La Polilla" (obra simbolista) y "Paisaje de Tlalpan", hoy inconcebible con su gigantesco estacionamiento de automóviles: 

Al licenciado Alfonso Toro, crítico de artes plásticas de Rr, le molestó los colores chillantes de sus paisajes y que hubiese utilizado sus minuciosos dibujos a la pluma como temas de sus pinturas, sobre todo en "La polilla", "La escala infinita" y "La Tigresa". 

El Universal Ilustrado publicó la versión al óleo de "La Tigresa", "Paisaje" (Xochimilco) y otra. Desde esas páginas el pintor guatemalteco Carlos Mérida -esquemático, colorista e ingenuamente vanguardista-, acusó a la obra de Amador como literaria y anecdótica, sin descubrir que su mejor obra, el grabado titulado La Tigresa (1915), lo había llevado al óleo para deleite de los erotómanos de esos años, o quizá del arcaico doctor Bernardo Reina. Aseveró que "La escala infinita" esta fuera de lugar. 

El grabado, como señala Fausto Ramírez, volvió a publicarse en septiembre de 1920 en "Cuentistas modernos: La Tigresa, por Bernardo Reina (A propósito de la obra de Severo Amador)", donde claramente se ve la firma y el año de 1915. Es más disfrutable la obra de Amador que la intrincada, arcaica y porosa prosa del cuentista. Ramírez considera la obra macabra y repulsiva, como La Polilla
Precisamente por repulsivas y macabras es que son muy actuales.

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