jueves, 13 de noviembre de 2008

LA BELLA LULÚ





































En 1997 entrevisté al pintor tapatío Raúl Anguiano (1915-2006) sobre la farándula que conoció, tanto en la ciudad de México como en Guadalajara. En esa ocasión me confesó que hacia 1925 iba a una carpa instalada en la avenida Independencia, acompañado de su hermano Adolfo. Ahí conocieron a una bataclana de nombre Lulú.

Le pregunté si era Lulú Labastida y me respondió que no. El la recordaba como una bataclana muy blanca, “de pelo muy negro, de vello público muy tupido, muy negro. Salía desnuda. Me encantaba y a mi hermano también. Nos íbamos a ver a Lulú. Cantaba el bataclán y esas cosas”. Anguiano confundió a las bataclanas con las desnudistas. En 1925 en los espectáculos de la ciudad de México, al igual que en Guadalajara, no hubo desnudos completos con el espectáculo francés Ba-Ta-Clán y después sus derivaciones mexicanas. En 1931 comenzaron a mostrar su vello gracias las chicas del teatro Molino Verde. Me supongo que más o menos esa cronología corresponde a Guadalajara. Por el ensayo de Romina Martínez se deduce que la carpa que conocieron los hermanos Anguiano fue el teatro salón Obrero y que la tal Lulú es sin duda la Bella Lulú, es decir, la célebre Lulú Labastida. Si ella regresó a Jalisco hacia 1933 para jamás volver a la ciudad de México, entonces debió verla desnudarse y cantar Sanfarinfas entre 1933 y 1936. Lo lamentable es que quizá el pintor y muralista jalisciense
la plasmó en alguna obra.

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