sábado, 6 de abril de 2013

NACHO ROSAS

Hace veintidós años escribí sobre el estudio del pintor veracruzano Nacho Rosas (1880-1950), donde entre 1919 y 1925 se reunieron en noches de bohemia el compositor Agustín Lara, la prima ballerina Anna Pavlova, las hermosas bailarina Pérez, el poeta José Juan Tablada, el bromista millonario Carlos Balmori (en realidad Conchita Jurado), el compositor Tata Nacho, el diestro Rodolfo Gaona y el periodista Renato Leduc. También llegaban políticos de la época, borrachos, bataclanas y damas de cascos ligeros. Leduc llamó  a ese reducto "Olimpo de las Venus burdeleras"
Ayer me encontré de nuevo con el estudio de Rosas. En una entrevista periodística lamenta que en ese año viva en un cuarto redondo y no en amplias habitaciones de una azotea como antaño. El periodista lo encontró borrando una efigie de Washignton por una rosas blancas. Evoca que a su estudio asistieron María Conesa, la Pavlova y la Maslova, el guitarrista español Andrés Segovia, Lupe Vélez y Delia Magaña. El  excompañero de Diego Rivera, entre 1903 y 1904, se define a sí mismo calvo, sin dientes, con lentes y, para colmo, sin empleo. Dice que Alfredo Ramos Martínez lo renunció (quizá a la Academia de San Carlos). En las paredes hay telas con desnudos y pinturas invernales de cuando residió en París, ciudad donde conoció los ballets rusos. "Los pintores vivíamos mejor antes. Ya le he dicho que mi estudio era un animado centro de reunión". Invita al reportero a volver a su actual estudio donde "todavía es sitio de alegría"

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