domingo, 2 de septiembre de 2012

UNA MUJER SIN DESTINO (1950)

En un París supuestamente en estado de guerra, el pintor Julio Reyna (Víctor Junco) vive con su esposa Soledad (Marga López). Cuando éste le pide que vea su obra maestra descubre que tiene el rostro de Esperanza (Guillermina Grin), por lo que se enoja. Al escuchar las sirenas, sufre una repentina crisis nerviosa. Su mejor amigo Pedro (un solemne Emilio Brillas) le confiesa que ella es hija de un suicida.Esperanza compra la pintura para el que posó pero Julio lo desgarra. Esperanza le propone que regrese a México con su esposa e hijo. De nuevo en el país, el pintor no consigue vender nada y Esperanza, quien ante la muerte de su padre trabaja ahora en una empresa cigarrera, le exige realizar su obra maestra antes de entrar como ilustrador en esa fábrica. Julio se encierra para pintar de nuevo. De nuevo aparece el rostro de Esperanza en una mujer suplicante.
Al ver Soledad el cuadro desgarra la tela con una espátula. "La he matado", grita. Como se agrava su enfermedad es recluida en un hospital para dementes. Como su paranoia es irreversible, Julio se divorcia de Soledad, amparado por la ley, y casa con Esperanza, con la que procrea un hijo. El pintor triunfa con La Paz, pintura inspirada en su ex esposa descansando en el nosocomio. El doctor Salinas (Domingo Soler) opera, a base de electro-shocks, exitosamente a Soledad, quien en un descuido se dirige a la casa de Julio. Descubre la verdad por lo que reclama a su hijo. Sin embargo finge una recaída emocional para que ellos sean felices. El doctor Salinas admira su resignación.

A Julio Reyna jamás lo vemos con pincel en las manos (quizá para no manchar sus impolutas camisas) y, siguiendo a su amigo, Pedro se convierte en pintor de "existencialismo puro", aunque no vemos esa técnica.

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