Antes de entrar al ahora Centro Cultural Cabañas lo rodeé en busca de "Las gorditas de Botero", cenaduría que no encontré. Las calles están plagadas de hojalateros y al cruzar por el pequeño jardín López Portillo, se ven cincuentonas prostitutas que platican medio aburridas. Aquí, en los veinte y treinta, estuvo la zona de las carpas y salones teatrales, más de cuarenta se intalaron en ese lugar.
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