Hace un calor insoportable hacia las tres y media. A cuarenta pesitos una joven vende libros de Aura. Su pareja aprovecha la ocasión para ofrecer paraguas a 30. Un camarógrafo, con acento extranjero, acosa con su cámara a la vendedora, cuando zigzaguea entre los que soportamos los inclementes rayos del sol. Algunos se cubren con las sombras de los pegazos de Agustín Querol. El dibujante ofrece "Su retrato al carbón, mientras espera". Un señor pide permiso para que su mujer, de la tercera edad al igual que él, le tome una fotografía entre la fila y después una al lado de la escultura de Botero. Dos jóvenes preguntan si la cola es para ver la exposición del pintor y escultor colombiano. Más de media hora para poder ingresar al Palacio de Bellas Artes por el portón izquierdo. Y lo primero que se ve es una corona floral enviada por Josefina Vázquez Mota, a un lado del elevador de la izquierda. Pasan de seis en seis para montar guardia, por unos segundos, junto al féretro que tiene varios libros de Fuentes. Casi a la salida, el policía informa que se llevarán el cuerpo hacia las 5 y media de la tarde. Apenas son las cuatro y la fila sigue creciendo. "¿Y dónde están los escritores que dicen en la tele?", me preguntan. Respondo: "Están tranquilamente comiendo"
"16:13", acuarela / papel |
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