lunes, 30 de mayo de 2011

OCOTLÁN DE MORELOS

Rodolfo Morales, "Ocotlán", óleo / tela, 1950.

Existen tres ciudades en México con el toponímico náhuatl de “lugar de ocotes
(pinos)”. La de Tlaxcala es recordada por su churrigueresca basílica. Es famosa la de Jalisco por una batalla revolucionaria y por su producción mueblera. La de Oaxaca comenzó a repuntar en la década de los años 70 del siglo pasado. Situada a 32 kilómetros de la capital, rumbo al Puerto de San Ángel, fue fundada en 1554 por la orden de los dominicos, establecidos ya en la ciudad de Oaxaca y en Etla. Los dominicos comenzaron a construir un convento y una iglesia en advocación a Santo Domingo de Guzmán. Dos siglos después, durante tres días las fuerzas del generalísimo José María Morelos y Pavón, en su viaje hacia Acapulco, acamparon en el jardín, por lo que los habitantes nombraron a la población “Ocotlán de Morelos”. Fue elevada a categoría de villa en 1875.

Acaso también Porfirio Díaz, como gobernador estatal 1881-1884, impulsó el desarrollo de Ocotlán y ya como presidente, en los primeros años del siglo XX, ordenó construir un ramal ferroviario a San Pedro Taviche, al encontrarse yacimientos de oro, plata, plomo y mercurio.
En la página 687 del completísimo Directorio general de la ciudad de México: Ruhland & Ahlschier (1903), que incluye numerosas menciones de los estados, refiere que esta villa es una estación ferrocarrilera entre Oaxaca y Ejutla. Tal vez a través de un vagón arribó en 1905 el fotógrafo norteamericano Charles B. Waite (1861-1929) supuestamente para fijar escenas costumbristas de Ocotlán (algunas ahora en el Archivo General de la Nación). Digo supuestamente porque tenía otros fines ocultos. En junio de 1901, como informó El Imparcial el día 5, fue detenido en la ciudad de México al serle incautadas fotografías de niñas desnudas.

Con la carretera asfaltada hacia Puerto Ángel, que comenzó en 1940 el gobernador Vicente González, obviamente la actividad ferrocarrilera descendió. Aún
recuerdo los penosos viajes infantiles de toda una tarde, su consiguiente noche y la mañana siguiente en el insoportable traqueteo. En 1954 Rodolfo Morales (1925-2001), ahora ocotlense distinguido y entonces egresado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas, con motivo que en 1955 se festejaría el cuarto centenario de la fundación de la ciudad, pintó su primer mural al fresco en el Ayuntamiento (Doble click para ver mejor la imagen y ver quiénes se tomaron la foto). Último hijo de Ángel Díaz Morales, de oficio carpintero dedicado a construir ataúdes y de la profesora Rufina López Ruelas, Morales me comentó que nunca supo porqué su padre se quitó su primer apellido.

A mediados de setenta fueron famosas, dentro y fuera de Ocotlán, las cabinas y redilas para camiones que construían IMOSA y después IMOTRASA, empresas creadas e impulsadas por Odilón Díaz Ortega y sus hijos. IMOSA e IMOTRASA llegaron a tener una filial en la delegación Iztapalapa de la ciudad de México, la cual desapareció hacia en 2002.
Obsequio de Claudia López Santiago

También en esos años era reconocida la cuchillería de los Aguilar, hermanos conocidos popularmente como Los huilos. Por esos años los visitó el entonces célebre Raúl Velasco quien dedicó un programa televisivo a Oaxaca, creo que fue en la sección México: mágica y encuentro, que antecedía a su maratónico Siempre en domingo (1969-1998). El conductor presentó al televidente cómo se hacían los cuchillos y las leyendas tan graciosas inscritos en sus mangos (“No me saques sin razón, ni me guardes con honor”, decía uno que tuvo mamá). Después forjarían las espadas para que Arnold Schwarzenegger las luciera en sus películas Conan the Barbarina (Conan El Bárbaro, 1981) y Red Sonja (El guerrero rojo, 1985). 140 familias, que sobreviven de la forja, solicitan el apoyo oficial para contrarrestar la invasión de los productos de China y Taiwán, como señaló Apolinar Aguilar a Noticias: voz e imagen de Oaxaca, el 25 de octubre de 2006.

Ya con prestigio a cuestas, Rodolfo Morales posicionó a Ocotlán a nivel nacional
al restaurar la fachada de la iglesia y de las de Santa Ana Segache, Santa Catarina de Minas y otros poblados del municipio. Ahora también resalta como importante productor de mezcal minero. Según Tío Corne y Gustavo Contreras (“Mezcal minero de Oaxaca”, diario La Jornada, viernes 3 de agosto de 2007) en Santa Catarina de Minas, perteneciente a Ocotlán, se destila el más afamado alhocor, en el cual se utilizan 35 tipos diferentes de maguey, en ollas de barro elaboradas en Santa María Atzompa.

No sé si fue en los cuarentas cuando Sofía Gatica y Vicente López Luna, se establecieron en Ocotlán después de haber vivido en Cuicatlán y en otros poblados. A fines de los sesenta y a principios de los setentas mientras de martes a viernes mi abuelo realizaba recorridos como vendedor y abonero hasta el Camarón casi cerca del istmo (le apodaban “El Santero”, por venden imágenes religiosas, entre otras cosas), mi abuela vendía ropa los días de mercado en Miahuatlán (los lunes), Ejutla (jueves) y en Ocotlán (viernes).

Fue precisamente en esos años cuando Aurelio Aguilar (?-1984), chalán de mi
abuela, era el encargado de descargar los pesados bultos del “baúl viejo”, manejado por mi tío Milo, el inseparable amigo de Aurelio. Después ambos ponían los burros de madera y colocaban los tapexcos (tablas elaboradas con carrizos). Luego había que extender y, hacia la tarde, recoger la mercancía. Aurelio era estimado en todos los lugares que visitábamos. Era lo que Pito Pérez a Santa Clara del Cobre o Ramón Mora Topete a Colima (véase Ismael Aguayo Figueroa, Anecdotario político colimense, 1976). Su creatividad la desarrolló en instalaciones efímeras de papel, que hacía sobre pedido para las calendas o en algún festejo especial. Era costumbre que adornara el gran nacimiento que montaba Mamá Sofía en la sala de su casa de avenida Oaxaca.

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